- MIGUEL ÁNGEL FRAGA
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- Cuentos: La
noche comienza ahora; El otro
Miguel; La
salida no eres tú.
- Poesía: S/T.
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- LA
NOCHE COMIENZA AHORA.
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- Timbró tres veces y no descolgaron. No
sé que intuición me hizo pensar que era mi aviso. La
reunión se detuvo un instante. Es para ti. Ha esta hora
nunca me han llamado. Los ojos de los presentes me
siguen. Permanezco con el teléfono en la mano sin querer
articular palabra. ¿Si? Del otro lado la voz tan
conocida por el presagio. La voz que se comunicaría
conmigo en caso necesario ya estaba aquí. Necesito
hablarte. Ahora no puedo, estoy reunido. Es urgente Ya
se, no tienes que decirme nada; te repito, estoy reunido.
Tenemos que vernos de todos modos, debo hacerte algunas
preguntas. No respondo. Dejo caer el aparato y esbozo una
sonrisa congelada. Cierro los ojos y veo la oscuridad, la
tierra convertida en universo, un hueco inmenso como el
final de una vida; el animal acorralado que araña su
fatiga esperando que el disparo acabe con su agonía.
- Quizá los presentes no han
advertido mi desorden, la reunión continúa sin
contratiempos. El problema es interior, ha sido una
sorpresa aunque desde hace un mes la preocupación no me
abandona. Desde que apareció no he tenido descanso; su
exceso de discreción, su bata de médico doblada en la
carpeta, su media voz, oh, qué desagrado.
- La primera vez conversamos sobre la
necesidad de un chequeo, someterme a pruebas periódicas
durante un año, fatalidad de quedar sujeto al suspenso.
La segunda fue la presión para que acabara de
chequearme. Estaba tan preocupado que había escondido la
orden y también el valor. Aquello no podía ser real; no
merecía esto.Pero fui y extendí el brazo, sólo tenía
que esperar el resultado, esperar, esperar. Cuantas cosas
han pasado por mi desde el principio de la espera. Mi
mayor deseo era quedar liberado, pero la pesadilla estaba
en mi como el clavo en el madero. Durante aquel mes, cada
vez que sonaba el teléfono me sobrecogía. Realmente no
deseaba la llamada de nadie. Fue precisamente ella quien
timbró en el momento más inoportuno, con tantas
personas rodeándome. Tuve que aguantar la l grima y
tragarme el suspiro.
- Siento que la noche me está atrapando, la
tarde fue la brisa que dijo adiós; cada vez más cerca
de mi la distancia la noche comienza su reino justo en el
momento en que me revelo al mundo. Y aquí estoy frente a
un demonio de cuatro letras. Cuatro letras en forma de
diablo como flagelo de mi salacidad, azotaina para mi
espíritu, el garrote que me hace bajar la cuesta y me
convierte en lodo, más que lodo, el esputo de toda la
sociedad.
- Aparecen las visiones y no quiero que
empañen mi conducta. la reunión tendrá que
acabar de una vez y yo podré salir fuera, correr a
cualquier lugar, no sé, por una vía libre con
arboles que refresquen mi atmósfera, que
desordenen mis cabellos: correr, correr, liberar toda la
energía que aprieta mi pecho; romper con la ira o el
incómodo. Que difícil es encontrar la palabra exacta
para mi animo.
- El salón donde me encuentro es pequeño.
la ventana, la única ventana, está cerrada. la vista se
me nubla pero no habrá desmayo; permanezco en el
sitio Tampoco mi estampida mover la intriga, la
curiosidad de quienes buscan la noticia que me ha
drogado. Cuántos de los que participan en el intercambio
de miradas pondrán su manos sobre mi hombro; cuántos
huirán de mi y gritarán: lleven al desgraciado lejos
donde pueda morir sin prejuicios para nosotros; allá
donde garantice la confianza de los que no estamos
infectados. No, no puedo: cómo enfrentarlos, como
comunicarles mi estado ; decirles que no deseo continuar
activo dentro del grupo. Necesito aire para mis pulmones,
me sofoca un asma emotiva, el nebulizador suaviza el
escándalo. Puedo pensar en la muerte pero pasa de largo,
lo inminente es la idea del rehén, la sociedad que me
destierra hacia un lugar donde el morbo genera
sentimientos de impotencia y muerde los pecados. Adiós
futuro.
- Alguien toma la palabra y habla demasiado.
Las inflexiones de su voz me producen n uceas. Ir al
servicio podría ser una buena excusa para refugiar mi
abandono, pero sigo fijado al suelo. Y otra vez las ideas
maltratando mi cabeza. Ahí tienes por tu promiscuidad,
tu prostitución, tu extravagancia. Un índice marca mi
entrecejo. Ese es maricón, escupe y sigue. El remolino
aumenta, la velocidad se estimula, tal parece que hay
alarma: escucho a cien hombres dando voces en mis oídos,
cuánta tierra en mis manos. Van apareciendo los primeros
estigmas. Sólo le queda a la moral caer como un bloque
sobre mi cuerpo.
- Me observan. Ya me notan perturbado. No
sé cuanto tiempo han permanecido contemplándome. la
reunión se ha detenido y hay un silencio que acentúa el
comienzo de la caída y el ruido. No hay que hacer
preguntas, mi cara es el sinónimo del espanto. La noche
ha llegado para quedarse.
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- EL OTRO
MIGUEL
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- Permanecemos junto a la ventana con la
l grima a despuntar y una angustia que te conmueve y
te hace regresar a los versos que hablan de
desencantamiento y libertad. la sonrisa no aparece, anda
por algún rincón del recuerdo y las palabras no son
palabras; tal vez imágenes que se mezclan.
- Observas el reloj y el tiempo avanza, tal
parece que en una carrera hacia el final: la meta se
transforma en una escuálida figura. El viaje se repite;
otra vez el principio de la historia y el devaneo en los
sentimientos que no deja precisar la moraleja. El rato
más largo es el desamparo. Una vez más la l grima
no deja a la mejilla: tan sólo se asoma al mundo. ¿Y
Miguel, dónde estás ahora Miguel? Los versos del hombre
amado han sido aprendidos de memoria y se acomodan a cada
experiencia. Tu paisaje es el resultado de las horas de
amor: la fiebre y el desconsuelo te han rodeado. Pero
aún en estas condiciones no hay arrepentimiento. Los
ojos de Miguel han viajado lejos, mas está fijo lo
- que no se puede arrancar porque tu vida la
has convertido en su nombre, el paso que se ha plantado
con la fuerza de los que no van a rendirse.
- Cuando le conociste gustaba de él como de
la manzana. Los primeros encuentros traídos por la
casualidad fueron el asombro del mundo; qué te importaba
el resto si tu gusto no estaba programado y el apetito te
sorprendió cuando menos cubierta andaba el hambre. Hubo
placer el día en que estrecharon sus manos y las miradas
se confundieron con la emoción y el intento de una
conversación a medias, el sitio no era bueno por el
ruido de los amigos y la música que alborotaba el
rea. Aquella noche se convirtieron en observadores
de un ambiente que luego comentaron, cómplices de una
voluntad, secreto alimento de la esperanza. Por ello
coincidieron otras veces ya sin testigos y la intención
fue manifiesta con palabras pocas veces usadas y así
quedaste atontada en medio de la distancia cuando fuiste
advertida de todos los riesgos. El amor no es un juego ni
una suerte que el azar roza para divertirse.... le
escuchaste decir. Comprendiste que las acciones
determinan el curso de la vida: la realidad no es un
sueño que se bebe sobre la almohada.
- Las calles te hablan de él, los parques y
el gastado malecón. Allí pasaron horas que se
convirtieron en energía para desoír toda la cordura: el
beso, el primer beso, el definitivo, dió riendas al
desenfreno y no hubo solamente besos, la ternura
apresuró a las caricias y las manos de Miguel tocaron tu
cuerpo y se erizó tu piel y te llenaste de ganas.
procuraste contención, esto no es bueno: Miguel cedió y
bajó los brazos, absorbió el aire, miró al infinito.
Mi censura me hace diferente, dijo. El silencio se impuso
y con él, el final de la escena. Y no fue esta la
única, repetidos momentos de indecisión y temor al
contacto llenaron instantes en los que deseaste correr
para escapar al desastre porque conocías que la entrega
del amor no significaba la ruina.
- Entre actitudes asumidas y negadas te
detienes a pensar en lo que te hubiera ayudado la ruptura
del romance. La preocupación no sería sombra y otro
joven muy bien que podría amarte hoy; al fin y al cabo,
Miguel no era el único hombre sobre la tierra. No era
necesario lanzar tu vida a la aventura en que la
inseguridad formaba parte del consumo. pero estabas
parada en la bruma que prohíbe decir no y la urgencia de
Miguel y sus historias y su propia vida se te han
colocado dentro como vivencia y por costumbre. De esta
forma viste a Miguel con la soledad del hombre que vive
una sociedad reducida a unas trescientas personas; le
viste allí, cuajado en la pena, pagando por la seguridad
de otros hombres; allí, en su jaula dorada, donde lo
recibe todo hasta la muerte. Y sentiste a Miguel
deprimido con sus pesar colgado al hombro, víctima de
algo que se expande por su cuerpo y le ocasiona
trastornos. Comprobaste que su vida quedaba limitada a
permanecer quieto, mirando la partida de uno, dos, tantos
que se han ido y una vez más la l grima a punto
pero no cae. El llanto no es remedio.
- Siguen en consecuencias las estampas, hay
digresiones, no hallas coherencia en los actos. A tu
mente llegan los momentos en que esperabas verlo aparecer
por la esquina del barrio y tu voz impresionada lanza un
grito ahogado por la remembranza de la satisfacción y el
júbilo. El te alza con sus brazos fuertes y tu le pides
que te devuelva al suelo; el besa tu cuello sin oír y
piensas que pueden verlos. Que no se entere mi madre:
b jame Miguel. Y Miguel cada vez más exigente dando
amor y tú sin poder aguantar, no resistiendo más tu
suerte. Caen sobre el lecho los dos desnudos, las mil
caricias, el agrado de sentir el sexo entre sus piernas,
la pasión, el olvido y los labios que piden más; tus
dedos arañando la rudeza de una espalda y el sudor que
los envuelve por completo. Miguel golpea su pelvis en tus
caderas y los suspiros y los halles enredando los
cabellos igual que los caminos que poco a poco se van
haciendo uno porque tanto fue el disfrute que no se
dieron cuenta cuando se rompió la protección y el mal
viajó de su cuerpo al tuyo. Hubo calor aquel día en el
cuarto y el amor fue bienvenido.
- Por fin rueda la l grima, se
precipita acariciando la piel; se acerca a la comisura de
los labios, sigue. Ahora el suspiro es otro, más
reflexivo, casi resignado. Atrás quedaron las citas
clandestinas y el desafuero. La verdad se va apropiando
de tu existencia y el peligro con su mano abierta te
exige entrar. Te preguntas si las razones de amor fueron
suficientes y una sonrisa que crees dibujar es la
respuesta: qué me importa una vida corta si ha sido
intensa. No te duele la enfermedad porque aún amas; has
mostrado tus armas al mundo y no hay quien te haga
inclinar la cabeza. Tu amor se vuelve un canto que llena
de dicha la felicidad y la felicidad es estar junto a
Miguel,ser tú su persona,el otro ser de su agonía.Te
convences que es el final de tu historia, que tu viaje
por el sendero de los riesgos no llegó por la curiosidad
o la lástima, sino porque hubo amor del bueno. Así
está el recuerdo, las veces que apareciste en el sitio
donde él no quería ser visitado y le decías, estoy
aquí Miguel porque te extraño, apenas una semana sin ti
y ya sobro en este mundo. Miguel te mira queriendo
desaprobar tu desenfreno. Por qué vienes aquí, te he
dicho que no hagas esto nunca. Pero tú con los ojos más
adentro de su ego, con la certeza de que en el fondo hay
alegría, un alivio grande por sentirse amado.
- Pero no comprendieron tu entrega y Miguel
pagó por su osadía por amar de más y sembrar la muerte
a corto plazo. Cuando conocieron lo tremendo, una junta
decidió llevarlo a los tribunales y un juez dictaminó
propagación y tu dijiste que no, yo le dejé hacer, soy
culpable. Pero Miguel ya estaba lejos de ti, más lejos
que siempre y unas rejas le impedían mirar el mundo.
- El sendero se tornó grotesco, por fin
asomó la garra de la caricia: el mar un remolino, una
carcajada en forma de burla llamó a la ira. Y tú con
las manos libres, incapaz de mover los dedos. Tampoco vas
a salvarte. El peso de la ley no es un abrigo. Y enfermó
Miguel pues su vida iba en estropicio: su fe se
convirtió en un sueño desde el lugar donde moría. Fue
trasladado al hospital días antes de su muerte añadió
un número más a los números de una computadora. Fue
enterrado y fue olvidado con la misma rapidez porque
otros siguen su destino. Miguel no es el último.
- Entra en crisis tu alma y te afliges. En
la ventana hay neblina. La experiencia se vuelve un
ejercicio para la vida y te compadeces por Miguel y por
ti;porque de repente, estas en el lugar donde estuvo
Miguel, ocupando su plaza en el paraíso donde se
consumen los hombres, donde no deseaste que estuviera
Miguel y crees pagar la lujuria y recuerdas que el amor
es una selva de fieras pero es amor y aún amas y gritas
que seguir s amando porque por amor se puede hacer
cualquier cosa.
-
-
- LA
SALIDA NO ERES TU
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- Para qué me haces recordar tantas cosas.
No te das cuenta, no quiero hablar de esto. Amigo, estoy
aquí para cambiar de ambiente, olvidarme del vicio que
hay de achacarme parte de la culpa. Estás así porque te
da la gana, tú eres la culpable, en tu lugar hace buen
rato que hubiera salido de eso. Es mi marido. Si, lo
dejaste desandar por la calle y mira el resultado. Eres
una aguantona! Sí, soy aguantona ¿pero que iba a hacer,
dime? Lo que todos esperaban: recoger los bultos, agarrar
a Marisol del brazo y largarme.
- Has cualquier cosa pero no me mires ahora.
Tienes lástima de mí, ¿verdad? Quieres oírme decir,
estoy rendida, tú tenías razón, todos tenían razón.
A veces ¿sabes?, a veces tengo ganas de dormir y no
despertarme más, borrarme de este mundo, huir al
infierno, no tener compromisos. Pero esta es una
responsabilidad que asumí sin empuje de nadie. Yo
decidí mi vida, yo misma escogí mi sentencia por
orgullo, por amor. Amor? en ocasiones me pregunto si
queda amor... quizá sea la costumbre. No
malinterpretes mis palabras, olvídalas.
- Los viajes de Eladio al interior, los
asuntos de trabajo le ocupaban mucho tiempo. Yo sin darme
cuenta. Con el maldito viaje a Europa empecé a perderlo.
No quise ir con él por la niña. Marisol estaba muy
pequeña y además, enferma. No quería exponerla a algo
peor. Que ironía! Quien se expuso fue un adulto. En
verdad no estoy segura si fue allá o aquí donde lo
cogió. Eso no me lo ha aclarado nunca. El da vueltas y
vueltas y se hace un lío. Al final, supongo que hubo
más de una amante. ¿Tienes café? Si quieres lo cuelo
yo.
- Nunca te he contado como conocí a
Eladio.Fue en una fiesta de fin de año en casa de una
amiga. Por cierto ¿que habrá sido de ella? El
caso es que nos miramos. No paramos de hacerlo,
coincidimos varias veces. Estaba avergonzada. Cuando
esquivaba su imprudencia un temblor me subía por los
pies hasta el cuello. Fueron mis dieciséis años y mi
primer novio. Aquella noche sólo hubo miradas. El
noviazgo vino después. No imaginé que vivíamos en el
mismo barrio. En lo adelante los encuentros fueron
seguidos. Me lo tropezaba en cualquier parte: en la
esquina, en la bodega, al salir de mi casa, hasta en la
entrada de la escuela. Toda una persecución! Y me dije,
si no me habla, le hablo yo. Y fui a su encuentro. Por
Dios, qué timidez. No pensé que fuera tan encogido de
ánimos. Prácticamente tuve que sacarle las palabras de
la boca. Si me preguntas quién temblaba más en ese
momento, no sabría decirte. Nos pusimos tan nerviosos
que soltamos la carcajada. Imagínate, yo creo que hasta
era primerizo. Tenía tan poca experiencia.
- El resto tu lo conoces, es una historia
muy tonta, una chiquilla enamorada que leía versos de
Bécquer, Neruda y esperaba a su novio para pasear
esperando la puesta del sol. ¿Sabes qué tiempo hace de
esto? Dieciocho años! ¿Te parecen bastante? Mi primer
hijo debiera tener ahora esa edad, bueno, quizá un
año menos. Eladio sólo fue tímido al principio.
Enseguida esa bobería se le quitó y por supuesto, ahí
llegó el susto, el corre y mi madre que tienes que
sacártelo, que eres muy jovencita para parirle un
muchacho, que si estás loca, en fin, un legrado a tiempo
y la vuelta a la normalidad. Por suerte pude terminar el
Pre.
- Tengo recuerdos lindos. Nuestra boda fue
un escándalo, una sorpresa.No hubo preparativos ni
fiesta. Mi madre, como siempre, puso el grito en el
cielo. Por eso acordamos irnos a vivir con sus padres en
un cuartico al fondo de la casa. No era mucho, pero allí
estaba nuestra felicidad.En ese ambiente nació Marisol.
Ay, que alegría con el embarazo. Los mimos, los
pañales...no sé qué intuición tuve,pero desde aquel
día el matrimonio no fue el mismo. Tal vez porque ahora
éramos tres.
- Y aquí estás tú. Sin decir una palabra
me acechas. Pronto vendrás a la ofensiva, cada vez
ganando más terreno. Te has ido colocando por la vía de
la urgencia; te has hecho necesario. Sabes que pienso en
ti, sola vengo a tu encuentro. Porque este es mi refugio,
aquí me relajo, libero las tensiones. ¿Ser este
el único lugar donde realmente quepo? Todo es tan
diferente.
- Quiero pedirte disculpas por lo que
sucedió ayer. Casi no me atrevo a hablar de eso. Para
tí seguramente no tiene importancia;pero para mí
sí.Somos amigos, no sé como pude. Te digo que estoy
avergonzada.¿Cómo pude ser tan mujer, tan débil?
Nuestros cuerpos se acercaron demasiado. Yo acababa de
regresar de ese maldito lugar. Estaba agotada, necesitaba
conversar contigo. Tú me abrazaste y yo dejé escapar el
llanto. Permanecimos largo tiempo así, descansando. Sin
saber como el roce de tu cuerpo en mi piel buscando mis
ojos, tu respiración tan cerca y tus labios y los
míos...Oh Dios, menos mal que me aparté a tiempo. Somos
amigos, sólo amigos. Esta amistad no puede desmoronarse.
Prométeme que no volver a suceder, que no existe
tal sentimiento, que todo fue mentira. Niégalo. Debemos
seguir como antes. No puede existir entre nosotros
ninguna sombra que empañe la comunicación, que altere
el ritmo de nuestras vidas aunque esta voluntad me
condene a permanecer sola.
- Desde esta ventana observo la luz, el
horizonte. Quisiera correr y emborracharme de
aire,evaporarme, convertirme en polvo y volar sin
rumbo,qué importa si a una playa o al centro del
planeta. Quiero sentir el viento con su olor a ciudad, la
ciudad del mar que me ha acompañado desde pequeña. Pero
estoy justo al lado de la jaula del sinsonte, de este
lado de la reja, con más ligaduras que las del propio
p jaro. Ah... este café está delicioso aunque es
recalentado.
- Qué bien se está aquí. Tienes un
apartamento acogedor. En esta butaca estiro los pies, la
cabeza atrás y los ojos cerrados en una mirada adentro,
al hoyo de mi congoja. Dejo relajar mis brazos, están
tan cansados.
- Siento que llevo el peso de un dintel a
punto de caer pero no cae. ¿Cuánto tiempo hace que no
voy a un cine? Y qué decir a un teatro. Mira estas uñas
sin pintar, y este pelo. La rutina me está erosionando.
Vivo solamente para Eladio, Marisol y la casa. Se me ha
olvidado el sabor de las fiestas, los restaurantes, ya ni
pongo el radio. Y las guaguas...bueno para qué te
cuento. Estos viajes van a acabar conmigo. Hasta cuando
llevaré esta cruz! Yo no soy Cristo.
- Pero dejar un hombre en esta situación es
también un crimen. Si lo hubieras visto entonces! Que
digo hombre, era un estropajo. No voy a negar mi
indignación, deseaba explotar, pero acabé colocando mi
mano sobre su hombro. ¿Qué has hecho Eladio? Y la
respuesta, qué respuesta. Sabrá Dios donde fue a
esconderse. No te das cuenta, puedo estar jodida. ¿No
comprendes el daño que nos haces con esto? ¿No pensaste
en tu hija, en tu familia? Eres un inconciente. Y yo.
¿cómo quedo yo? Sabes lo que voy a hacer: salir por esa
puerta y no verte más. Pero no me fui. Sabía que esto
pesaría sobre su dolor y me mantuve quieta. ¿Quieres
agua? Trataré de que Marisol vuelva a dormirse. Velé
toda la noche, cómo podría cerrar los ojos.
- Hace seis años Eladio va a la casa los
fines de semana, el resto se lo pasa internado. Ha estado
varias veces frente a la muerte y yo esperando lo peor.
Son años los que he permanecido con este desasosiego. En
cualquier momento se me escapa. No quiero ni pensar en
eso. He resistido tanto que ya no se si pueda continuar
de pie. Soy el blanco de las miradas. Cuántas dudas hay
sobre mí. Crees que no recibo con qué deferencia me
tratan los vecinos. No me dicen nada, pero en sus ojos
veo la intención, la hipocresía. Muchos piensan que
estoy enferma. Y Marisol tan alejada de estos problemas;
es casi una adolescente y no hallo cómo explicarle lo
del padre. Cree que él está trabajando en Camagüey.
Cuando acabar esta farsa. Ser muy triste que lo
sepa por otra persona. Ella nota que no anda bien, ya no
se recupera. Marisol tiene derecho y sabrá
entender, es su hija.
- Me hablas de una salida. Tu no eres de los
que se aprovechan aunque en el fondo eres un seductor.
Sabes esperar, conoces lo que les sucede a las mujeres
como yo, que prácticamente no tienen marido.A mi hombre,
si puedo llamarlo así, lo estoy perdiendo. Es un proceso
lento. Lo veo irse de mis manos y por momentos no sé si
asirlo fuerte o soltarlo. Ay amigo, mi violencia es
vivir. Después de una vida para los otros, qué haré
cuando no tenga a quien dedicarme.
- La noticia fue pólvora para mi familia.
Hubo hasta quien dijo que era maricón. Desconozco
cu l fue su vida sexual en la calle, pero estaba
segura de que lo amaba. El amor no se evapora de un día
para otro. Diez años a su lado! Teníamos nuestra casa,
una hija y un mundo que consideraba perfecto para mis
gustos. Claro,su infidelidad fue un hecho:tuve que
enfrentarla. Hay tantos que viven acabando por ahí y sus
mujeres ni se enteran Pero Eladio se puso fatal.
Inmediatamente me hice los ex menes Qué agonía!
A él se lo llevaron y yo quedé con el suspenso atorado
en la garganta. Me aterraba pensar que lo seguiría a ese
infierno. Gracias a Dios estoy afuera. Mas, de que me
valió. Cuando le ví otra vez, con el desencaje en el
rostro, la situación crítica que lo absorbía, qué
menos hacer. Soy tu mujer Eladio, estaré a tu lado
siempre, te prometo que no voy a faltar. Sus manos
encontraron las mías y fue como un pacto. Me ataba la
costumbre de un matrimonio,la amiga en las horas
difíciles,la promesa de no volverle la espalda.
- No puedo más. Estoy hasta aquí. El
sinsonte aún puede cantar en su jaula pero yo... yo. No
voy a llorar como la última vez. También estoy cansada
que sientan pena por mí. Yo la mujer sufrida, la
pobrecita con un marido en ese estado, prácticamente
convertida en una enfermera. Bah! Estoy harta de
condolencias. ¿Eso arregla en algo las cosas? Cuando
supe de sus labios la enfermedad no supe si correr, si
abrazarlo, si matarlo.El llanto no me dejó. Ay Dios mío
que momento tan patético. No quiero revivir aquel día.
Su cara estaba blanca como un papel y su voz temblaba. El
gorgojeo llegaba a mi oido y yo, acaba de una vez, qué
te pasa. Y él como siempre,dando vueltas al asunto. Yo
acababa de acostar a Marisol. Eladio, por favor, que te
sucede. Y otra vez la jerigonza y el dale pa'lante y
pa'trás. El médico si, ya sé que fuiste a hacerte un
chequeo. El resultado es eso? Habla, qué dió el
resultado. No des más vueltas. deja de hacer muecas. Me
lo dices coño o te arranco el pescuezo. Y la palabra, la
única palabra que no esperé oír de sus labios fue un
trueno en mis oídos.El grito subió a mi garganta y la
niña: mamá que pasa.
- Mejor no te sigo contando. Ya sé lo que
vas a decirme, pero no quiero eso. Preferiría ir con un
cura a descargarle a mi angustia, a buscar el perdón de
Dios. ¿Cómo logras que te cuente tanto de mí? Apenas
unos meses y tal parece que te conozco de toda una vida.
¿Sabes que pienso? Esto es una estrategia tuya. Me
proteges demasiado y me atemorizo. Cuando me sonríes me
haces un chiste y me lo tiras todo en broma, entonces me
relajo y otra vez vuelvo a hablar como una loca.
- Iré al cine esta noche. Cómo podría
rechazar la oferta. Siento que cambia mi atmósfera. El
rumbo se torna otro y el puerto que veo no es el de la
promesa. Creo que voy a fallar, romper con el tiempo y
lanzarme a tus brazos. Soy una mujer, necesito... ¿Qué
hago con esta piel? Cada vez se me arruga más con las
l grimas. No te cerques, por favor. La tentación no
es mi juego favorito. Qué puedo decirte ahora con la
conciencia exigiendo cumplimiento. Una razón me prohíbe
flaquear en los momentos que más me necesita. ¿Cuántas
puertas tengo ante mí? ¿Por cu l de ellas está la
salida? Una ventana, una jaula, una soledad vestida de
negro. No digas nada, no quiero oír una palabra. La
balanza no ha de inclinarse a favor de la suerte, porque
si de algo estoy segura es de que la salida no eres tú.
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- El llanto corre
- río abajo
- llanto llanto largo
- la cuerda tensa va a ceder
- se ahoga esta miseria de l grimas
- lo importante es naufragar
- en la intemperie
- entre quejas espantos
- media luna saborea el espectro
- arcoiris no eres más que hilo
- provocando una piñata
- qué manía de aceptarlo todo
- recurrencia de fórmulas del hombre
- cuando vale la pena ahogarse
- por este llanto que no ser destino
- quizá algo para matar el tiempo
- creen que lloro el desconsuelo
- y me río de mi burla de mi llanto
- llanto largo llanto
- capricho para llorar
- tengo la risa atorada en la garganta
- sarcasmo
- los que me dicen ya está hecho
- mira el cristal los colores
- de este invierno
- ahora ríe y llora y ríe y ríe
- revienta con la mueca
- esputo sobre caras conocidas
- venganza
- los bacilos navegando en la marea
- respirar tomar morir
- llanto y risa confundidos
- largo largo llanto.
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